La monumentalidad del interior del edificio tiene una continuidad con la fachada exterior, manteniendo la misma decoración en las ventanas y paredes. Esto se debe a que este Castillo-Palacio cumplía una doble función: además de ser una fortaleza que protegía al señor y a sus vasallos, también debía mostrar, con su ostentosidad, la grandeza del propietario, personaje de gran poder político.
Según se entraba, a la izquierda había un almacén para los tributos de los vasallos, y a la derecha las caballerizas.