Prisión

Aunque administrar justicia era un privilegio real, no era extraño que el monarca lo vendiera a la nobleza. Por eso, desde que Pere d’Icart compró el mixto y mero imperio (jurisdicción civil y criminal) a Joan I el Caçador, en 1391, los varones de Torredembarra tenían la facultad absoluta de administrar justicia en su señorío, ya fuera en los casos más leves (mixto imperio) -prerrogativa que ya gozaban en el pasado- o en los más graves (mero imperio), que podían acarrear la pena de muerte, la mutilación de partes del cuerpo o la expulsión del lugar.

Por ello, no es extraño que en su residencia hubiera una prisión, para custodiar a aquellos que habían sido detenidos.

Dicho esto, por sus características -lugares pequeños y bien fortificados- era muy habitual que las torres se utilizaran como cárceles. Un hecho que se da en toda Europa. Es el caso del Castillo de Torredembarra.

De hecho, hay quien piensa que la etimología de Torredembarra podría derivar de la Torre de embarrado. Embarrado significa «cerrar con una barra» sea una persona, sea a un animal, en un lugar del que no puede salir. En Teruel, por ejemplo, está el pueblo de Torrelacárcel.